feb
3
2012

Emprendizaje social, ¿un nuevo invento?

Hace más de 18 años, en Santander (Cantabria), Pedro Tresgallo y su grupo de amigos eran monitores de tiempo libre de un campamento parroquial. Resulta que varios chicos y chicas del campamento tenían problemas sociofamiliares. Incluso algunos de ellos estaban tutelados por el Gobierno de Cantabria que confiaba su manutención, guarda, custodia y educación a entidades religiosas en su mayoría. Al acabar uno de estos campamentos, Pedro junto a sus amigos se formularon una pregunta: ¿podríamos nosotros encargarnos de la educación de estos jóvenes?

Casi 20 años después, Pedro dirige  la Asociación CUIN que ha educado a más de 500 menores cántabros en riesgo de exclusión social. Actualmente, CUIN da empleo a más de 30 personas en los cuatro centros de menores que gestiona.

La respuesta que Pedro y sus socios dieron a un problema social que detectaron, se convirtió en su modo de vida y su profesión.  Este es un claro ejemplo de emprendimiento social, que como bien define  Margarita Albors, consiste en una actividad profesional que tiene como objeto satisfacer una necesidad social, donde la actividad económica no es el fin en sí mismo, sino el medio para alcanzar el fin: que es la solución del problema.

En nuestro país existen varias experiencias, algunas arraigadas y otras más novedosas como por ejemplo: La Fageda, Fundación Futur o Mundo Catarata.  Pero quizás sea ahora el momento de  fomentar el emprendizaje social como una de las soluciones a los nuevos retos que nos plantea la era que vivimos.

 

En el siguiente vídeo, Carlos Barrabés: entrevista a dos jóvenes emprendedores.

Surgen en él varios temas controvertidos, como podrás ver. Al respecto hay opiniones para todos los gustos. Yo, al verlo, no puedo evitar pensar en la idea que usó John Dewey para explicar el sentido de la educación. Para él la educación tiene mayor sentido cuando es una actividad con proyección social. Que viene a decir que si la educación recibida no tiene repercusión social, el conocimiento no se convierte  en desarrollo. En la misma línea, el publicista Rory Sutherland afirma que el hecho de que el 48% de graduados en Priceton se dedique al mundo de las finanzas, no es buena noticia para  la aplicación de la inteligencia humana a la sociedad.

Si el conocimiento que poseen y aplican estos chicos no redunda en beneficio de la comunidad, no habrá desarrollo alguno. Si el emprendimiento carece de dimensión social, tendrá poca capacidad de cambio.

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